miércoles, 7 de octubre de 2009

VI.El objetivo.

“La propiedad es una parte integrante de la familia y el modo de adquirirla forma parte también de la ciencia doméstica, puesto que sin las cosas de primera necesidad, los hombres no podrían vivir felices, ni aun vivir”.
Aristóteles, La política.

El objetivo de cualquier gobierno de estado debe ser el de mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos. Que todos tengamos ingresos que nos permitan acceso a alimentación adecuada, balanceada, suficiente, a tener una casa en un área segura a la delincuencia y a los fenómenos naturales, a la salud, a la educación, al empleo, a tener posibilidad de entretenimiento sano, a la tecnología (internet). Que contemos con un país que nos provea de un sistema de transporte confiable, a un precio justo, en una ciudad limpia (de la cual estemos orgullosos). Que este bienestar sea sostenible en el tiempo para que también nuestros hijos puedan disfrutar del mismo.
¿Algún dominicano sabe cuál ha sido el objetivo de los gobiernos que han “liderado” el país en los últimos 50 años? ¿Alguno sabe en qué magnitud fueron logrados esos objetivos? Definitivamente, nuestro pueblo no tiene información de nada y evaluar el desempeño de algún periodo presidencial es cuestión de percepciones filosóficas e impresiones particulares.
Ante la estadística presentada anteriormente de que el 42% de la población dominicana vive bajo la línea de la pobreza, y de que otro 20% podrían catalogarse como pobres vemos que el país esta compuestos de gente pobre, que somos un país pobre. Si nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Los ciudadanos del pueblo dominicano tienen ingresos que les permite tener …
a. … acceso a alimentación adecuada, balanceada, suficiente?
b. … acceso una casa en un área segura a la delincuencia y a los fenómenos naturales?
c. … acceso a la salud?
d. … acceso a la educación?
e. … acceso al empleo?
f. … acceso a entretenimiento sano?
g. … acceso a la tecnología (internet)?
h. … acceso a un sistema de transporte confiable, a un precio justo?
i. … acceso a una ciudad limpia (de la cual estemos orgullosos)?
j. … acceso a que este bienestar sea sostenible en el tiempo para que también nuestros hijos puedan disfrutar del mismo?
La respuesta es “No” a todas las preguntas.
Estos 50 años de “democracia” de la República Dominicana han sido desperdiciados. Si comparamos las respuestas a estas preguntas 50 años atrás (a la muerte de Trujillo) contra la situación de hoy, podemos ver que este tiempo lo hemos usado en nuestra contra.
Aun hoy se oye decir a mucha gente que vivió en el tiempo de Trujillo: “Aquí lo que falta es un Trujillo”. Obviamente esto es una locura, Trujillo tuvo un saldo negativo que el país se vio obligado a pagar con la sangre de sus hijos. Nada podría justificar las injusticias, la tortura, la represión y la corrupción que vivimos en los tiempos del tirano, Nada. Debemos considerar héroes patriotas a esos dominicanos valientes que lo sacaron de la faz de la tierra para siempre.
Pero si pudiéramos sacar algo positivo a esta afirmación, que en mi opinión si lo hay, y es que en la “Era de Trujillo”, se le daba importancia real a los símbolos patrios, se fomentaba la puntualidad, el orden, la limpieza, el respeto, no existía delincuencia (nadie se atrevía) y como resultado la economía quedó totalmente saneada.
Hemos oído, leído y visto películas donde se presenta a Trujillo como lo que era, un asesino, demagogo. Pero si nos detenemos y estudiamos a fondo lo ocurrido durante “la era”, podremos hacer ciertas conclusiones:
Emilio Cordero Michel, respetado historiador, en un trabajo que hizo sobre “los movimientos sociales y políticos durante la Era de Trujillo”, detalla las conspiraciones que se fraguaron contra el régimen, durante los primeros 5 años, años que sirvieron para su consolidación del régimen. Habla sobre la cadena de muertes a que condujeron esas conjuras, unas 500 personas. Además de hacer referencia a los asesinatos antes señalados, incluye en su estudio las tramas militares y los crímenes políticos en los cuerpos castrenses que en su totalidad superaron en poco las 200 muertes. En el año 1937, Trujillo ordenó la matanza de +-15,000 haitianos con el objetivo de, “dominicanizar la frontera”.
Agregándoles a todas esas muertes las ocurridas en los dos intentos de insurrección armada que llegaron desde el exterior; el primero en el año 1949 que dio por resultado el sacrificio de unas quince (15) personas, entre los siete expedicionarios y los pilotos del avión cañoneado, junto a los que fueron vinculados como colaboradores de la expedición en la ciudad de Puerto Plata; más 217 que cayeron en Constanza, Maimón y Estero Hondo diez años más tarde, entre muertos en el campo de acción y capturados y asesinados luego, así como los casos esporádicos de muertes en cárceles y en calles en todo el largo de la Era de Trujillo. Aunque resulta difícil se podría hacer un ejercicio especulativo que aproxime a cifras razonablemente creíbles sobre la criminalidad del régimen. ¿Quizá 20,000 personas?, Si usáramos ese número y en vista que de que Trujillo se mantuvo en el poder por espacio de 31 años, podríamos estimar que un promedio de 645 personas eran asesinadas anualmente durante la tiranía de Trujillo.
Según el Listín Diario del 1/5/09, en el 2008, entre los meses de Enero y Septiembre se reportaron unas 1,807 muertes violentas. Si hacemos una proyección a 12 meses podemos estimar que unas 2407 personas perdieron la vida de forma violenta en el 2008.
La gran diferencia entre las 645 muertes/año de Trujillo (22% de criminalidad) y las 2407/año del 2008 (27% de criminalidad), a parte del incremento en la cantidad de 1762 muertes/año (5% de criminalidad), es que durante la tiranía usted era consciente del riesgo que tomaba al enfrentar al Dictador, hoy usted sale de su casa a trabajar honradamente y no sabe si va a poder regresar. En aquella época, muchos conocían la raíz del problema y su solución, “ajusticiar al tirano”. Algunos tomaron la decisión de hacerlo, lográndolo el 30 de Mayo de 1961, hoy el problema es mucho más grave, complejo, mucha gente desconoce su posible solución y peor aún, no se ve a nadie tratando de resolverlo. ¿Cuál es destino dominicano?
Es cierto que Trujillo era corrupto, que utilizaba los bienes del estado para su beneficio personal, de su familia y de sus allegados, pero las empresas contrataban mano de obra local, nacionalizó un sinnúmero de empresas y los capitales se quedaban en el país generando empleo para todos los dominicanos y sacando a toda la población de la mi seria extrema que ha caracterizado y sigue caracterizando a este país. Podríamos decir sin temor a errar que los niveles de corrupción durante Trujillo eran microscópicos comparándolos con los niveles de corrupción de hoy.
A su muerte en 1961, Trujillo dejó como legado, en contraposición al sometimiento en que mantuvo a la sociedad dominicana durante su largo mandato opresivo, un país limpio del caudillaje político, organizado con instituciones eficientes y en un proceso de desarrollo que lo situaba en el mundo moderno. Podríamos decir que con Trujillo “nos tragamos el hueso”, pero nos dejó preparados para empezar a comernos la carne, algo que, por nuestra ineptitud, nunca hicimos. ¿De qué valió la sangre de los que se perdieron en la tiranía de Trujillo, si nosotros, los que vinimos después no pudimos aprovechar las cosas buenas que quedaron? Una economía saneada, una población que respetada los símbolos patrios, los valores morales, el dólar a la par y la deuda externa en cero, entre otras muchas cosas más.
Viendo esto, debemos decir que República Dominicana necesita una mano dura que la organice y que discipline a un pueblo que gradualmente se descarrila, que pierde el sentido de los valores morales y que desconoce la importancia de la patria. Se necesita orden, algo que se puede lograr con disciplina. Según Truman Capote (Escritor y periodista estadounidense): “La disciplina es la parte más importante del éxito”.
¿Por qué debemos permitir que el dominicano, de cualquier nivel social y/o en cualquier posición política incumpla las leyes y/o las doble según sus necesidades del momento?
Cuando digo mano dura no quiero decir que se ejerza represión sobre el pueblo, que se atente contra la liberta de expresión, que se repriman a la fuerza manifestaciones sociales; lo que quiero decir cuando digo mano dura, es que se garantice el cumplimiento proactivo de la ley.
¿Porqué el dominicano se pasa las luces rojas en Santo Domingo y cuando está en Nueva York no lo hace?, ¿Por qué tira basura en la calles de nuestro país y cuando está en Estados Unidos no se atreve? ¿Por qué aquí manejamos a exceso de velocidad pero allá ni siquiera lo pensamos? La respuesta a es simple, porque allá el gobierno, las autoridades y el pueblo exigen que se cumplan las leyes. Porque allá se cumple la ley y aquí no.
Le preguntaron a Rudiger Dornbush (economista del MIT), durante una visita a Argentina, ¿qué entendía era la causa principal de los problemas de ese país? A lo que contesto: “Los países desarrollados tienen normas flexibles de cumplimiento rígido. Ustedes tienen normas rígidas de cumplimiento flexibles”.
Si en República Dominicana empezamos a poner multas de valores importantes a todos los que tiran basura en las calles, a los que se van en rojo, a los que van a alta velocidad, a los que se cruzan de carril sin importar quien viene atrás. Si empezamos a meter presos a los que se roban la energía eléctrica, el agua, a los que invaden terrenos privados, a los corruptos, y a todos los que infrinjan la ley veremos como el país cambia para mejor. No necesitamos más leyes, sólo necesitamos que las que hay se cumplan. ¡Eso es todo!
Nuestro presidente, más político que administrador, es incapaz de tomar este tipo de acciones ya que son medidas impopulares y pueden atentar contra su reelección. Pero, ¿El país necesita presidentes que se reeligen, o necesita productividad y orden? Decía Lao-Tsé (Filósofo Chino:”Las palabras elegantes no son sinceras. Las palabras sinceras no son elegantes”.
Realmente necesitamos un administrador que planifique el futuro del país, que tome decisiones difíciles, que coordine los esfuerzos, que ejerza controles, que logre proactivamente los objetivos, que sea transparente. Necesitamos un administrador, no un político, pero que sea capaz, justo, honrado y dispuesto a asumir este reto.
¿Existe un dominicano con estas cualidades, con lo mejor de todos los mundos? Con la mano firme para hacer que se cumpla y se respete la ley y por otro lado, que tenga las habilidades gerenciales para llevarnos a ser un país mejor. ¡Seguro que sí!!!
¿Qué estamos haciendo diferente para que los próximos 50 años de la República Dominicana no sean idénticos a los 50 años anteriores? Respuesta fácil: No estamos haciendo nada y en esos 3 partidos políticos principales de República Dominicana no se ve a nadie que lo pueda hacer. ¡Ahí no están las soluciones!
Varios países de Latinoamérica han iniciado un proceso de renovación política, cuya característica más destacada es el ocaso de los partidos tradicionales y la llegada al gobierno de nuevos actores. Se llega a un fin de ciclo como consecuencia del hastío popular de partidos que han gobernado desde hace una eternidad y que han fracaso a la hora de cumplir los objetivos principales como son los casos de Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay, los peronistas en Argentina (Kirchner) tuvieron que cambiar totalmente su discurso, y Venezuela, con Hugo Chávez.
Según la encuesta “Barómetro de Las Américas” (2008) llevada a cabo por el Proyecto de Opinión Pública en América Latina (LAPOP, en sus siglas en inglés) en 22 países, podemos observar que el nivel promedio de confianza en los partidos políticos se sitúa en la parte negativa de la escala de 0 a 100 en todos los países. Todos por debajo de 50% y República Dominicana en un 35.5%, es decir, no confiamos que estos partidos puedan colaborar con la solución de los problemas básicos en nuestros países.
Esta desconfianza es originaba principalmente por el no cumplimiento de objetivos en términos de desempeño, en términos de servicios y en términos de victimización por la corrupción.
Las promesas incumplidas se evidencian en el escandaloso aumento de la desigualdad y la polarización social; la criminalización de la pobreza y la aplicación de políticas represivas y autoritarias; la simbiosis entre el poder económico y el político; la delincuencia, la difusión de la corrupción en las esferas estatal y privada; la mercantilización y privatización de los espacios públicos; la recolonización del acceso y el control de los recursos naturales y estratégicos.
Deberíamos estudiar cómo se desarrollaron los cambios que experimentaron las estructuras partidarias tradicionales en América Latina y el Caribe y la vigorosa emergencia de nuevas resistencias y movimientos políticos contrarios al neoliberalismo y cuyo impacto en algunos países ha sido de extraordinaria importancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario